martes, 12 de junio de 2007
por Cienfuegos

Había una vez un extenso país en plena organización y desarrollo. Se estaba poblando, pero a la vez producía. La gente necesitaba transportarse y la producción debía llegar a los puertos. Fue entonces, cuando otro país, mucho más rico y desarrollado decidió ofrecerle un sistema de transporte revolucionario, que en Europa hacía furor. Gentilmente colaboró a montar una compleja red ferroviaria que confluía en la capital de este, nuestro país en cuestión. Kilómetros y kilómetros de vías férreas como venas y arterias dieron vida al antes desolado territorio. Con el surgimiento de pueblos en torno a las Estaciones, el país comenzó a crecer al igual que la red, que llegó a ser la más grande del continente. Pero la historia del país de este relato no todo es color de rosa. El problema, o mejor dicho un problema, era que la mayor parte del rédito se lo llevaban en barcos a tierras en donde se hablaba otro idioma. (Manera elegante de decir que países extranjeros sacaban provecho de tierras ajenas).
Esto siguió sucediendo hasta que un día, hace ya 60 años, un señor, -bueno o malo, todavía hasta el día de hoy se sigue discutiendo y probablemente se haga hasta el fin de los tiempos, presidente del país decidió que todas las líneas férreas le pertenezcan al pueblo. Por lo tanto, se nacionalizaron y, bajo la órbita del Estado, pasaron a tener nombres de próceres. Parecería un buen final para esta historia, la de un país y sus trenes, pero como se avisó antes las cosas no son sencillas ni fáciles para quienes habitan esos lares. Por el contrario, todo comenzó a empeorar, quienes sucedieron al hombre mas amado y odiado, incrementaron el levantamiento de vías y la clausura de ramales. En esta época dejaron de circular también muchos trenes de pasajeros, en un contexto de casi nulas inversiones, lo que terminó generando un grave deterioro de la infraestructura.
Esta singular historia, comienza a llegar a su fin, cuando alcanza el poder un "líder" que amaba a aquel hombre y decía compartir sus ideales. Pero la práctica mostró lo contrario. A los tres años de haber asumido la presidencia, el Ferrocarril como institución nacional fue desarticulado. Una empresa de capitales privados se adjudicó la concesión y desestimó por completo el servicio de pasajeros .El interior del país vio desaparecer locomotoras y vagones. El progreso, de estancarse pasó a esfumarse. Los trenes, hoy, en su gran mayoría, sólo transportan granos, piedras, cítricos, contenedores.








No hace falta mencionar que el país del cuento es Argentina. Lo que sí hace falta aclarar, quizás, para generaciones de jóvenes y niños, que esas largas tiras de metal acostadas sobre el asfalto de calles y avenidas son vías. Vías que fueron testigos del trajinar de trenes repletos de riquezas e ilusiones, que conformaron el esqueleto de un país que albergó a inmigrantes, idealistas, trabajadores, corruptos, y demás.
El tren es mucho más que un método de transporte. Es el termómetro de un país. Aquel que cuente con un ágil y eficiente sistema ferroviario, tendrá gran parte de sus problemas solucionados. Este serpentino vehiculo, además de generar empleo, une ciudades, evitando así las grandes olas migratorias a las metropolitanas urbes, hecho que produce bastantes conflictos. Es decir, habitantes de pueblos que se encuentran a 80 o a 100 Km. de una gran ciudad, se ven obligados a mudarse para estudiar o trabajar. Son víctimas de los inflados precios inmobiliarios, la ciudad se superpuebla, se genera pobreza y exclusión, y todos salen perdiendo. Con el tren, no habría necesidad de semejante trastorno, si tan solo a media hora de viaje, o cuarenta minutos estarían arribando a la gran ciudad. Claro, que todo esto debe ir acompañado de Salud y Educación.
Por todo esto, el ferrocarril es, sin duda alguna, sinónimo de progreso y de desarrollo. Pero parece que en Argentina, estos dos vocablos solo están reservados para un grupo tan selecto como reducido.
 
jueves, 7 de junio de 2007
por Cienfuegos

7 de Junio de 1810, Mariano Moreno funda el primer periódico nacional, "La Gazeta de Buenos Aires". Además de él, escribirían tambien Belgrano y Castelli. Al año siguiente, Moreno se transformaría en el Primer Desaparecido al terminar muerto sospechosamente en un barco y siendo arrojado al mar.
7 de Junio de 1938, el Primer Congreso Nacional de Periodistas celebrado en Córdoba, instituyó esta fecha como el Día del Periodista en recuerdo al primer medio de prensa con ideas patrióticas.
7 de Junio de 2007, El Comecocos saluda a todos los periodistas y, de manera totalmente arbitraria, homejea a algunos de ellos. (Mariano Moreno, Adolfo Castello, Rodolfo Walsh, Victor Hugo Morales, Jorge Lanata, Carlos Del Frade y Reynaldo Sietecase)
Vos...¿a que periodista saludarías en su día y a cual no?